Soft Boy
Soft Boy, 2023
15 minutes 49 seconds
Three-channel video installation
Installation view: Frye Art Museum, 2023
Installation view: Frye Art Museum, 2023
VIDEO STILLS
STATEMENT
Soft Boy is an immersive, nonlinear, three-channel video installation following a group of uniformed, school-aged adolescents as they perform a series of rituals drawn from memories of my days at an all-boys Catholic school in Perú, where I grew up. Schoolyard brawling, marching in military-style parades, arm wrestling, performative athleticism: the depicted actions index a type of masculinity largely governed by violence. These rituals embody the subtle and overt tools used to indoctrinate young men into patriarcal ideas of masculinity in Latin America. The work, however, frames the boys’ machismo as both threatening and absurd, barely concealing an urgent need for intimacy and connection.
The three screens operate as a dynamic playground, shifting from reflective moments, to rhythmic repetitions, to rumbling, overwhelming bodily sequences. The immersive audiovisual experience brings the viewer closer to a confusing landscape of boyhood fraught with—as Barbara Kruger said—intricate rituals that allow them to touch the skin of other men.
Soft Boy is as much about the final film as it is about the process of making it. Produced in Lima, Perú, I conceived the studio space as a laboratory for experimentation with memory, intimacy, and gender performance. Never interested in a dramatization of my experience or a scripted take on memory, the boys were asked to interpret prompts through their own bodies and lived experiences, often pushing their own limits to reveal their fragilities. The film renders vulnerable moments after playtime and struggle, like collapsing to the ground into rest, reclining on one another in a collective contrapposto that almost breathes as one. These in-between moments of softness lift the curtain on the theatre of masculinity, spotlighting the absurdity of binary gender performance when removed from its social context.
Conversation with Luisebastián Sanabria (↧.PDF)
The three screens operate as a dynamic playground, shifting from reflective moments, to rhythmic repetitions, to rumbling, overwhelming bodily sequences. The immersive audiovisual experience brings the viewer closer to a confusing landscape of boyhood fraught with—as Barbara Kruger said—intricate rituals that allow them to touch the skin of other men.
Soft Boy is as much about the final film as it is about the process of making it. Produced in Lima, Perú, I conceived the studio space as a laboratory for experimentation with memory, intimacy, and gender performance. Never interested in a dramatization of my experience or a scripted take on memory, the boys were asked to interpret prompts through their own bodies and lived experiences, often pushing their own limits to reveal their fragilities. The film renders vulnerable moments after playtime and struggle, like collapsing to the ground into rest, reclining on one another in a collective contrapposto that almost breathes as one. These in-between moments of softness lift the curtain on the theatre of masculinity, spotlighting the absurdity of binary gender performance when removed from its social context.
Conversation with Luisebastián Sanabria (↧.PDF)
Niño blando es una videoinstalación inmersiva y non lineal de tres canales que presenta a un grupo de colegiales mientras realizan una serie de rituales basados en mis recuerdos de la época que pasé en una escuela católica para varones en mi Perú natal. Peleas en el patio, desfiles de estilo militar, pulseadas, atletismo performativo… las acciones representadas exponen un tipo de masculinidad regida, en gran medida, por la violencia. Dichos rituales encarnan las herramientas sutiles y explícitas que se utilizan en Latinoamérica para inculcar los ideales de la masculinidad patriarcal. Sin embargo, la obra presenta el machismo de estos jóvenes a la vez como amenazante y absurdo, ya que apenas logra disimular su urgente necesidad de intimidad y conexión.
Las tres pantallas funcionan como un patio de recreos dinámico, que pasa de momentos de reflexión a repeticiones rítmicas y secuencias corporales abrumadoras y estrepitosas. Esta experiencia audiovisual inmersiva nos acerca un panorama confuso de la juventud masculina, cargado de “intrincados rituales que les permiten tocar la piel de otros hombres”, según lo expresó Barbara Kruger.
En Niño blando, la obra final es tan importante como su proceso de producción, que se llevó a cabo en Lima, Perú. Allí concebí el estudio de grabación como un laboratorio donde experimentar con la memoria, la intimidad y la performance de género. Nunca me interesó teatralizar mi experiencia ni presentar una interpretación guionada de mis recuerdos. Por eso, les pedimos a la chicos que interpretaran, con su propio cuerpo y a través de sus vivencias, distintas indicaciones que, muchas veces, empujaban sus límites para revelar su fragilidad. La película presenta momentos vulnerables, que ocurren después del juego y las peleas, como desplomarse en el suelo para descansar, apoyándose unos sobre otros en un contraposto colectivo que parecía respirar casi como si fuera un solo cuerpo. Esos momentos intersticios de suavidad, de blandeza, de delicadeza, dejan entrever aquello que se oculta tras la fachada de la masculinidad poniendo de relieve lo absurda que resulta la performance del binario de género cuando se encuentra desprovista de su contexto social.
Entrevista con Luisebastián Sanabria (↧.PDF)
Las tres pantallas funcionan como un patio de recreos dinámico, que pasa de momentos de reflexión a repeticiones rítmicas y secuencias corporales abrumadoras y estrepitosas. Esta experiencia audiovisual inmersiva nos acerca un panorama confuso de la juventud masculina, cargado de “intrincados rituales que les permiten tocar la piel de otros hombres”, según lo expresó Barbara Kruger.
En Niño blando, la obra final es tan importante como su proceso de producción, que se llevó a cabo en Lima, Perú. Allí concebí el estudio de grabación como un laboratorio donde experimentar con la memoria, la intimidad y la performance de género. Nunca me interesó teatralizar mi experiencia ni presentar una interpretación guionada de mis recuerdos. Por eso, les pedimos a la chicos que interpretaran, con su propio cuerpo y a través de sus vivencias, distintas indicaciones que, muchas veces, empujaban sus límites para revelar su fragilidad. La película presenta momentos vulnerables, que ocurren después del juego y las peleas, como desplomarse en el suelo para descansar, apoyándose unos sobre otros en un contraposto colectivo que parecía respirar casi como si fuera un solo cuerpo. Esos momentos intersticios de suavidad, de blandeza, de delicadeza, dejan entrever aquello que se oculta tras la fachada de la masculinidad poniendo de relieve lo absurda que resulta la performance del binario de género cuando se encuentra desprovista de su contexto social.
Entrevista con Luisebastián Sanabria (↧.PDF)
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